NO HAY NECESIDAD DE ROSAS
De estas cuencas no paraba de salir el agua.
Sólo imaginar la situación hacía que se activara en mí el eco de la pelotudez hacia el corazón.
Claro, la forma de combatir eso no la encontraría tan rápido, la sensación de estar muriendo crecía y los muros en los cuales creía podía sostenerme se desvanecían sobre mí al escuchar lo que tantas veces preferimos no pensar.
Decidí como cada vez sumergirme en un eterno y profundo río, sabía que sólo su sonrisa y lo que nunca diría iban a poder salvarme, pero yo no quería eso, más bien quería acabar con todo.
Y por sobre todo terminar de una vez por todas con ese jueguito estúpido que nunca terminaba, haciendo clavar espinas donde no estaba siquiera la necesidad de una rosa.
Y me fui, para siempre me perdí, no estaba en mí la intención de revivir a las penas.
Y nunca terminó de entender...
Tampoco yo intenté explicarme.
(*MeL*)
**** Hoy no quiero decir más nada. Este poema es mío. ****
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